Juguemos a que me partís la cabeza,
a que mi amor no se puede contener,
a que cada nota que da vueltas
te acaricia el pelo de a poquito.
Jueguemos a que te quería curar
mientras yo sufro con tus picanas
verbales, jueguemos a que quizás
podamos curarte la enfermedad.
Juguemos a que no hay un mañana
y que los poemas de amor
dejaron ya de ser tan obvios y redondos
Como yo.
Juguemos a que no hay un mañana...
Juguemos a que la vida se extiende
por entre las mentes que sienten,
jueguemos con los camiones
a todas las veces que te dí flores.
Juguemos a que no nos conocemos,
a que tu rostro es otro
y en nada a mí se parece tu pelo.
Juguemos a que nos queríamos conocer,
a que nada se interponía,
a que yo no me iría,
a que quiero besarte,
Juguemos a besarnos,
a escondidas,
con las manos,
a la salida.
Juguemos a que te querías escapar,
pero que en el fondo
cada vez te perdías más.
Juguemos a que no podés caer nunca
en el abismo grande y eléctrico
que es poseer tus pechos
a un ritmo cada vez más frenético.
Juguemos a que éramos niños,
con infancias,
con rostros,
con caramelos,
con juegos.
Juguemos.
Juguemos a visitarte en tu casa,
a volar por los peajes,
a un inocente ring raje,
que hace salir mi alma.
Juguemos a cantar de a versitos,
muy despacito, al oído, bajito.
A que susurrábamos la felicidad,
por miedo de que no esté más.
Juguemos a caminar por la plaza,
mirar el tobogán, el subibaja.
Juguemos a escucharnos,
a regarlarnos chupetines,
a que cuando se me mojen los calcetines
no tenga que volver a lavarlos.
Juguemos a que nos íbamos de campamento
y que por las noches me escapa a tu carpa,
para contarnos cuentos de terror
y ver cual de los dos se esconde primero en la cama.
Juguemos.
Prometo que esta vez
no haré trampa.
a que mi amor no se puede contener,
a que cada nota que da vueltas
te acaricia el pelo de a poquito.
Jueguemos a que te quería curar
mientras yo sufro con tus picanas
verbales, jueguemos a que quizás
podamos curarte la enfermedad.
Juguemos a que no hay un mañana
y que los poemas de amor
dejaron ya de ser tan obvios y redondos
Como yo.
Juguemos a que no hay un mañana...
Juguemos a que la vida se extiende
por entre las mentes que sienten,
jueguemos con los camiones
a todas las veces que te dí flores.
Juguemos a que no nos conocemos,
a que tu rostro es otro
y en nada a mí se parece tu pelo.
Juguemos a que nos queríamos conocer,
a que nada se interponía,
a que yo no me iría,
a que quiero besarte,
Juguemos a besarnos,
a escondidas,
con las manos,
a la salida.
Juguemos a que te querías escapar,
pero que en el fondo
cada vez te perdías más.
Juguemos a que no podés caer nunca
en el abismo grande y eléctrico
que es poseer tus pechos
a un ritmo cada vez más frenético.
Juguemos a que éramos niños,
con infancias,
con rostros,
con caramelos,
con juegos.
Juguemos.
Juguemos a visitarte en tu casa,
a volar por los peajes,
a un inocente ring raje,
que hace salir mi alma.
Juguemos a cantar de a versitos,
muy despacito, al oído, bajito.
A que susurrábamos la felicidad,
por miedo de que no esté más.
Juguemos a caminar por la plaza,
mirar el tobogán, el subibaja.
Juguemos a escucharnos,
a regarlarnos chupetines,
a que cuando se me mojen los calcetines
no tenga que volver a lavarlos.
Juguemos a que nos íbamos de campamento
y que por las noches me escapa a tu carpa,
para contarnos cuentos de terror
y ver cual de los dos se esconde primero en la cama.
Juguemos.
Prometo que esta vez
no haré trampa.
<< Home